Inseguridad, se va a poner peor
Por Javier Solórzano Zinser
A menudo se habla de que no estamos discutiendo nuestros grandes problemas.
Algo hay de cierto, pero tampoco podemos pasar por alto que muchos de los temas que nos rodean, por más engorrosos que nos sean y por más que nos confronten, van a terminar por ser importantes en el futuro. El enorme problema que nos rodea es que no se ven salidas, más bien todo pareciera que se va enquistando.
De alguna manera, estos asuntos han ido conformando una agenda que tendremos que reconocer que no se atendía. El Presidente ha tratado a toda costa de imponer sus consideraciones en temas que no habíamos observado con la acuosidad que lo estamos haciendo, por más que nos metan en círculos perversos, viciosos y a menudo sin rumbo.
Más allá de la virulencia verbal del Presidente, la cual intimida el debate, no viene nada mal discutir el funcionamiento del INE, el Inai y hasta el papel de los medios de comunicación. Lo que hace las cosas diferentes es que López Obrador ha venido cargando con todo en contra de unos y otros, sin permitir espacios para debatir y escuchar a quienes no piensan como él.
Lo que resulta más delicado en esto es que muchas de sus críticas tienen que ver con un pasado vivido más que con las funciones concretas de los institutos autónomos, lo cual anula el debate profundo, porque de antemano se establece la discusión en afirmaciones que en muchos casos no responden a la dinámica interna ni a las funciones concretas de las instituciones.
El tema de los periodistas es otro asunto que nos ha atrapado. Se tienen que reconocer algunas críticas del Presidente, como hemos venido mencionando, caben. Lo que hace distintas las cosas es que la confrontación nunca vista antes en la cual estamos termina por caer en terrenos en que no se ve cómo se puedan destrabar las cosas.
Hacemos referencia a estos asuntos porque reiterando que sin la menor duda tienen un valor, hay otros que trascienden de manera brutal en la vida de millones de personas y pareciera que no se atienden, porque en muchos casos se encuentran en el mismo lugar en que estaban hace tres años.
El problema del cual no se ve salida alguna es el de la inseguridad. Estamos en un laberinto del cual no pareciera que haya forma de salir. La inseguridad está provocando un rompimiento en las raíces de millones de familias. La vida ha cambiado en muchas más ciudades de las que imaginamos en los últimos 10 años.
La estrategia del actual gobierno no ha cambiado en esencia. Se ha colocado a las Fuerzas Armadas, o si se quiere Guardia Nacional, como instrumento para acabar con la inseguridad. Hemos visto de nuevo cómo la estrategia ha terminado por fallar.
Se manda al Ejército o la Marina a tratar de resolver los problemas en algunas ciudades sin que medie un diseño de mediano y largo plazo. Todo termina al final por enviar soldados o marinos durante algún tiempo, tratando de resolver una dinámica que requiere de otro diseño.
Al paso del tiempo los problemas en las ciudades regresan, porque en el fondo no se establece una solución de largo plazo. Michoacán se ha convertido en el mejor ejemplo. Desde el 2006 no se han resuelto sus problemas de fondo, a lo que se suma que la delincuencia organizada se ha metido de manera brutal en los gobiernos locales.
Estamos viviendo situaciones similares en Colima y Zacatecas mientras que, en otros estados como Jalisco, Sinaloa, Sonora, BC, Veracruz, se ha empezado a ver con “normalidad” la violencia cotidiana, en muchos casos en complicidad con los gobiernos.
Si no encontramos la salida visualicemos qué va a pasar con millones de jóvenes que van encontrando a las actividades delictivas como una alternativa.
Todo indica que las cosas se van a poner peor.
RESQUICIOS.
Son fundadas las críticas hacia algunos legisladores de EU que se han referido al país como lo han hecho. Se entienden los enojos internos, los cuales hubiera sido pertinente tener cuando Donald Trump hablaba de nosotros.