“Los famosos” y los partidos
Por Javier Solórzano Zinser
Con tal de ganar las elecciones o de al menos no desaparecer, los partidos políticos son capaces de cualquier cosa.
No es algo nuevo. A lo largo de décadas el PRI colocaba a personajes “famosos” buscando atraer votantes. Eran tiempos en que la maquinaria estaba aceitada y podían hacer materialmente lo que querían.
En la mayoría de los casos no les fue mal. En muchos sentidos éramos diferentes a lo que somos hoy, aunque prevalezca en el imaginario colectivo una suerte de simpatía y hasta empatía con los “famosos”.
La trascendencia del trabajo legislativo de los elegidos era casi intrascendente. Se les seleccionaba como parte de una puesta en escena más que para desarrollar una agenda alternativa.
Lo que sí pasaba es que a menudo los reflectores se dirigían hacia ellas y ellos sin importar si participaban o no, eran las y los “famosos” y ésa era su carta de presentación. Lo que ha pasado en estos últimos años es que los partidos han encontrado una veta en estos personajes sin importar sus capacidades.
El caso de Cuauhtémoc Blanco es ejemplificativo. Fue un futbolista extraordinario teniendo como una de sus virtudes, además de su enorme capacidad, el ser un personaje con el cual amplios sectores de la población se identificaban sin importar en que fuera del América, como se sabe, suma controversias.
Su candidatura a la presidencia municipal de Cuernavaca fue cuestionada por dudas sobre si residía en la capital del estado. Poco importó esto el día de las elecciones, ganó de manera contundente fundamentalmente por el apoyo de quienes se identificaron a plenitud con el “Cuau”; sus visitas al mercado de Cuernavaca eran una auténtica fiesta cargada de balones.
No se reparó jamás sobre si su gobierno cambiaría cuando menos parte del rostro de la ciudad y de sus habitantes. Mantuvo una confrontación con el entonces gobernador Graco Ramírez, la cual al paso del tiempo le redituó llevándolo a la gubernatura.
En estos tres años de gobierno los problemas en Morelos escalan peligrosamente, ha quedado claro que la popularidad de una persona no lleva necesariamente por los caminos de la capacidad para gobernar. El gobernador ha entrado en un laberinto del cual va a ser muy difícil salir y lo más delicado es que los más afectados son los ciudadanos.
El PES, de la mano de Morena y sobre todo de López Obrador, encontró en Cuauhtémoc Blanco el personaje para ganar sin importar el costo que tuviera al paso del tiempo en el desarrollo del estado.
Los partidos quieren ganar elecciones y pierden de vista lo que pueden provocar. Da la impresión que lo que les importa únicamente es ganar sin tener una mirada política de futuro.
Blanco está como muchos personajes que entran de manera improvisada a la política enfrentando sus propias limitaciones, las cuales nada tienen que ver con lo que le vimos y gozamos en la cancha.
Salvando las distancias, en Quintana Roo se anda gestando una candidatura que puede terminar igual o peor. Movimiento Ciudadano podría estar encontrando en Roberto Palazuelos el personaje para ganar una elección sin importarles su currículum y su entorno.
MC se ha convertido en una interesante sorpresa. Ha crecido de manera consistente en algunos estados, por ejemplo, Jalisco, convirtiéndose en el Congreso, en función de la actual composición política, en uno de los fieles de la balanza.
MC como otros partidos tiene que plantearse la profesionalización de la política. Algunos “famosos” pueden resultar todo un hallazgo que provoque cambios sustanciales; el exfutbolista Romario de Souza es un ejemplo de ello en Brasil.
Pero en MC deberían saber que en Q.Roo las cosas no van por ahí.
RESQUICIOS
Mal le caería a la Jefa de Gobierno que un personaje interesante y comprometido como José Merino se transformara en algo así como en lo que se ha convertido el afamado vocero. Están a tiempo para buscarle salida a la Ivermectina, asunto que provoca justificadas dudas y críticas.