El desaseo
Por Javier Solórzano Zinser
Todo lo que rodea al tema Panamá coloca a la política exterior en entredicho en medio de escenarios definitivamente evitables.
Existen protocolos, los cuales en algunos casos suelen ser algo así como reglas no escritas, se cumplen y no tienen que ver con caprichos o cosas parecidas. Son instrumentos que definen los terrenos de las relaciones entre los países, uno de ellos es la forma en que se propone, y en su caso designa, a un embajador o embajadora.
No es la primera vez en que el Presidente adelanta los tiempos o pasa por alto las formas diplomáticas. Lo que resulta de enorme relevancia es entender que en el marco de las relaciones internacionales la diplomacia y la convivencia exigen formas que tienen que ver con el entendimiento y el respeto.
No se pueden tomar decisiones, como es el caso del nombramiento de un representante diplomático, sin antes llevar a efecto consultas, las cuales tienen innumerables formas de establecerse en el marco de las relaciones bilaterales.
El desaseo también ha pasado por la relación del país con algunas naciones sudamericanas. Con Perú se envió al titular de Hacienda para que asesorara al nuevo gobierno, el cual sigue en medio de reclamos de la oposición por la forma en que se llevaron a cabo las elecciones.
Con Nicaragua fue un conjunto de errores y horrores. El canciller informó que México no tendría representación en la toma de posesión del cada vez más cuestionado Daniel Ortega. Sin embargo, el Presidente mandó una representación diplomática al acto que fue repudiado por una buena cantidad de gobiernos en el mundo, no sólo en la región.
No queda claro por ahora si la SRE ha sido parte del desaseo o le han pasado por encima sin miramiento alguno, sin ser considerada y respetada como la responsable de la política exterior.
En el caso de Panamá se tomaron decisiones sin consultar a su gobierno. Todo el escándalo se pudo haber evitado si México hubiera planteado en lo particular su propuesta. No había necesidad de que públicamente se supiera quién era el candidato, de lo que se trataba era, y es que por respeto en el marco de las relaciones bilaterales, se informara al Gobierno panameño quién encabezaba la propuesta, la cual ya se vio que el Gobierno mexicano daba como un hecho.
La forma en que el Presidente ha salido en defensa del historiador ha llevado a una mayor confrontación. Sus argumentos han sido rudos llegando al agravio, como fue el hecho de hablar de la decisión de la canciller panameña como si fuera la “inquisición”, asegurar que el Presidente no estaba al tanto y cerrar con “sugerirle” a la diplomática que leyera un libro sobre la vida del general Torrijos, fue un exceso.
No había necesidad por principio, pero también porque el problema era de origen. La crisis en la relación bilateral la provocó el propio Gobierno mexicano.
Se cruza en medio de todo esto un asunto profundamente delicado. A lo largo de mucho tiempo la violencia y abuso de género se han soslayado. Mucho se ha escrito y dicho estos días, pongamos énfasis en que en un gran número de casos difícilmente se presentan denuncias, lo cual se debe en buena medida a la infinidad de temores y a que los aparatos de justicia han menospreciado y revictimizado a las mujeres.
Sorprende y mucho que algunas destacadas feministas de Morena hayan tenido un discurso contradictorio sobre las referencias al historiador, a diferencia de otros casos en que han sido particularmente sensibles, críticas y admirables, en una de ésas les ganó una cuestionable militancia.
Una de las dudas que dejan los desaseados lances es preguntarnos cuál es el perfil que quiere este gobierno de su representación diplomática, como nos decía Enrique Berruga.
RESQUICIOS
Ya no hay duda de que habrá consulta sobre revocación de mandato. Ahora el problema es que no se va a instalar el total de las casillas y que la pregunta es confusa, quedando abierta a dos respuestas, lo cual confunde aún más con todo y su muy previsible resultado.