CIDE, viene la otra batalla
Por Javier Solórzano Zinser
En el CIDE terminó pasando lo que se veía venir. A través de una decisión ilegal se cambiaron sus estatutos, dicho de otra manera, se pasaron por alto los estatutos para imponer sus estatutos.
El asunto adquiere relevancia por su efecto expansivo. Como hemos mencionado, la estrategia que se utilizó va aparejada de una visión similar a la que se quiere hacer en la educación superior.
Se han presentado diversos indicadores, amagues y acciones contra varias universidades en los que no hay de otra que verlos como parte de una estrategia de la cual, por ahora, no se salvó el CIDE.
El desenlace en el Centro es parte de una inquietante visión en donde al parecer prevalece una ideologización de la educación, con tintes de adoctrinamiento, más que con una estrategia que busque el debate dentro de las comunidades universitarias para alcanzar nuevos e innovadores procesos de enseñanza-aprendizaje.
El propio Presidente se ha sumado a esto. El tema lo dejó en manos de la directora del Conacyt, a la cual le pidió que explicara en la mañanera lo que estaba pasando; sin embargo, esto nunca pasó, porque a lo mejor en el fondo lo que estaban haciendo era crear condiciones para que, de manera impositiva, cambiar al CIDE y hacerlo a imagen y semejanza de la 4T.
Lo que sí hacía y hace el Presidente es denostar al instituto bajo afirmaciones debatibles sobre el papel que han jugado las instituciones de educación superior y, en este caso, el CIDE.
Ayer, al salir en defensa del historiador propuesto como embajador, argumentó que su salida del ITAM se debió a diferencias ideológicas, lo que provocó que el instituto precisara las razones de su renuncia, las cuales en el texto no tienen referencia alguna a cuestiones de diferencias de pensamiento o ideología.
La comunidad del CIDE ha llegado hasta esta etapa como ha podido. Desde el principio no se dieron condiciones para dialogar, la directora del Conacyt canceló la posibilidad de cualquier comunicación con la asamblea estudiantil.
La negativa es por muchos motivos, preocupante, porque todo indica que ante los muchos cambios que están evaluando, hacer no va a existir posibilidad alguna de dialogar, todo se perfila por los rumbos de la imposición.
Lo que se está haciendo desde el Gobierno no significa que se le dé un giro a la educación. Lo que significa más bien es que están desarrollando cambios a través de mecanismos antidemocráticos, los cuales durante muchos años impugnaron. Las exigencias de que las decisiones al interior de las universidades se tomen de manera colegiada, las cuales fueron parte de justificadas demandas históricas, hoy son desechadas con tal de imponer estatutos y en el fondo tener el control en todos los sentidos.
Lo paradójico es que utilizaron a la democracia para alcanzar el poder, quizá sin realmente creer en ella como forma de vida, como forma de gobierno y entendimiento.
La otra gran paradoja es que, siendo que las universidades se definen bajo los principios de libertad, autonomía, pluralidad, docencia, investigación, difusión de la cultura y apertura al conocimiento, estén imaginando cerrarles el camino para imponer modelos educativos que, al paso del tiempo, si a alguien van a perjudicar va a ser a los estudiantes, y tarde que temprano al país.
La inversión en educación es la inversión por la transformación. Sin embargo, como se están haciendo las cosas, no se está visualizando lo que se puede venir ante esta estrategia.
El asunto va más allá del CIDE. Si la comunidad universitaria nacional no lo aprecia y reacciona, se vendrán secuelas que alejarán a las instituciones de sus principios básicos de formación escolar, pluralidad, autonomía y libertad.
RESQUICIOS
Lamentables, dolorosas y tristes cosas hemos visto y vivido, las cuales absurdamente hemos “normalizado”. Pero lo sucedido con el bebé al que desenterraron y metieron a un penal en Puebla, rebasa absolutamente todo.