Causó tal rabia la portada de The Economist en palacio nacional, que no solo obligaron al canciller a hacer tremendo papelón internacional, sino que los propagandistas del régimen se pelearon por demostrar quién era más servil. Pero se les pasó la mano. Mire que decirle “caudillo” al presidente, y hacerlo como si fuera analogía de “El gran dictador” de Chaplin. Se pasan de…veras.
EL GRAN CAUDILLO
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